domingo, 19 de febrero de 2012

COLONIA ESPAÑA: VESTIGIOS DEL MONTE MEDITERRÁNEO





La “Colonia España” (núcleo urbano situado en el vértice noroeste del término municipal de Galapagar) está surcada, aproximadamente de norte a sur, por la Cañada Real Segoviana. Esta vía pecuaria es una de las principales de la trashumancia y que goza de la máxima protección posible desde los tiempos de Alfonso X el sabio, gracias a los privilegios que este dio al Consejo de la Mesta para favorecer el traslado del ganado desde los pastos de invierno a los de verano y viceversa. Por tanto, no cabe duda que confiere al lugar una importancia histórica, cultural y natural.

Hablar de su importancia natural es hablar de la fauna y flora que encierra. Pero, centrémonos en la flora, es decir, en el conjunto de especies arbóreas, arbustivas y herbáceas que se asientan en las tierras comprendidas por esa franja de terreno que divide en dos ese lugar tranquilo, y a la vez agitado, que es la Colonia España.

Fresnos (Fraxinus angustifolia), álamos blancos (Populus alba), álamos negros (Populus nigra), ailantos o árboles del cielo (Ailanthus altísima), encinas (Quercus ilex),quejigos (Quercus faginea), olmos (Ulmus minor), pinos resineros (Pinus pinaster), pinos piñoneros (Pinus pinea), almendros (Prunus dulcis), acebuche (olea europaea var. Sylvestris) y catalpas (Catalpa bignoioides) constituyen el estrato arbóreo de esta zona. Sin descuidar un pimpollo, ejemplar muy joven, de cedro (Cedrus sp.).

En cuanto a los fresnos, se erigen como gruesas columnas imponentes, formando casi un pequeño bosquete, en semigalería - en compañía de encinas y plátanos (Platanus hispánica)- a la altura del cruce con la calle Málaga. Si bien, se observan ejemplares jóvenes, producto de la germinación de las semillas aladas de sus grandes progenitores, que, desplazadas por el viento, aterrizan, y echan raíz en la tierra para suceder a los árboles padre, que las originaron. Ahora, en otoño, les vemos desvestirse, paulatinamente, de la hermosa fronda que lucen en primavera y verano.

Los álamos blancos y negros, también llamados chopos, crecen rápidamente y llegan a alcanzar alturas imponentes. Una pequeña chopera, de álamo negro, puede observarse junto a la iglesia, bien es cierto que en proceso de degradación. También se pueden ver algunos chopos blancos adultos. Además, se observan ejemplares jóvenes, en algún caso brotres de raíz, dispersos por algún punto de la cañada.

Los ailantos, o árboles del cielo, también crecen de forma rápida, de ahí su nombre. Se extienden con facilidad, conquistando zonas carentes de vegetación. Sus copas desarrolladas de adultos, a la vez que hermosas (se le usa como especie ornamental en muchos jardines) pueden proporcionar, si se les deja crecer, sombra a los viandantes.  

Al menos, se han localizado tres grandes ejemplares de encina, de varios cientos de años, conviviendo con los hermosos fresnos. No es coincidencia este hecho, ya que, lo que está revelando en realidad, es que se trata de un “pedacito” de bosque originario, que hasta hoy se ha respetado. De aquí nace la certeza que la Colonia España fue antes un monte de encinas y fresnos, con un cortejo de especies acompañantes, tanto arbóreas como arbustivas, de matorral y herbáceas. Por otra parte, el quejigo, del cual se han visto al menos dos ejemplares jóvenes (en este caso plantados, no espontáneos), también forma parte del bosque mediterráneo original.

De forma casi anecdótica se ha divisado algún joven ejemplar de olmo. Además, se plantaron algunos pinos resineros a la altura del cruce con la calle Saltos del Sil. Y se repoblaron con pino piñonero las zonas aledañas a la Ermita de El Cerrillo (construida en 1447 gracias a una donación de 1000 maravedíes realizada por el Marqués de Santillana).

Rosal silvestre (Rosa sp.), zarzamora (Rubus ulmifolius), retama (Cytisus multiflorus), romero (Rosmarinus officinalis), tomillo (Thymus vulgaris), endrino (Prunus spinosa) , aulaga (Genista scorpius) e incluso un ejemplar joven de vid (Vitis vinifera), conformarían el estrato de matorral y arbustivo, todos ellos constituyentes del cortejo acompañante de las especies arbóreas antes citadas, propias del bosque mediterráneo. A la zarzamora, esta especie conquistadora de espacios, de la familia de las rosas (Rosaceae), se la puede ver, desde los bordes del camino hasta escalando por una torre de la luz. Los anecdóticos ejemplares divisados de  retama y de rosa silvestre nos hacen de nuevo recrear el bosque originario en el que vivían, acompañando a las encinas y los fresnos. En cuanto al ejemplar de vid hallado, no nos cabe otro remedio que dejar desplegar las alas de la imaginación, y ver cómo tal vez un ave atrapó una de las uvas de la parra de un ciudadano, la engullió y dejó como resto la semilla al borde del camino, de la cual brotó este ejemplar de parra para nuestro deleite.  

Por último, destacar una gran variedad de especies herbáceas, entre las cuales se incluyen las pertencientes a la gran familia de las compuestas (Compositae), entre cuyos miembros se encuentran las margaritas (Bellis perennis), que adornan esplendorosamente con sus flores la cañada en primavera. Además de las gramíneas (Poaceae) y las leguminosas (Leguminosae), auténtica fuente energética pascícola para el ganado que recorría la cañada.

Se hace difícil, y ciertamente duro,  imaginar esta vía pecuaria sin esa diversidad de vegetación, que sostiene a su vez a una interesante y variada diversidad de especies de fauna. Paralelamente, se hace necesario dar gracias a la Naturaleza por hacernos tan agradables los paseos por esos pasos, otrora de ganado trashumante. De este hecho brota otra necesidad muy elevada: la de conocer, respetar, cuidar, amar y defender este legado de incalculable valor.

Por ello es nuestra responsabilidad mimar cada ejemplar adulto y, tanto más, cada pequeña planta, pensando no sólo en nosotros, sino además en los niños, y en los que han de venir, para que puedan decir que sus antecesores fueron respetuosos con el patrimonio natural que hoy día disfrutamos, y que incluso se esforzaron por mejorarlo.