La primavera ha finalizado, y al fin el ansiado verano nos visita. Atrás han quedado algunas de las postales más bonitas del año, la floración de campos y arboles, aparición del canto de los pájaros, insectos, que darán paso al croar de ranas y cantar de grillos. Vivimos en un marco envidiable, rodeados de campo (cada vez menos), y de animales. Somos privilegiados por poder cultivar nuestros huertos y cuidar de nuestras mascotas, alejados de sirenas de ambulancias, trafico u obras. A veces ésta primavera no es tan agradable. El despertar de la Naturaleza no es tan silencioso, a veces nos da alergia, e incluso, a veces nos molesta. Reflexionemos sobre el entorno en el que vivimos, tenemos que ser más tolerantes con los ciclos vitales. No podemos poner límites a la expresión de la vida, no podemos acallar el sonido de las aves, el cantar de grillos o el croar de ranas, tanto si están en libertad, como si algún vecino tiene la suerte de tenerlos en su jardín, ellos no entienden nuestras ataduras, y afortunadamente, la primavera da paso al verano, y la sangre de todo ser vivo se aquieta, dejándonos disfrutar del apacible verano.
Cada vez más vecinos disfrutan del cultivo de huertos y cuidado de mascotas. A veces estas mascotas no son del todo silenciosas: épocas de celo, gente transitando por la calle. Recordemos que los perros ladran cuando sospechan que alguien extraño se acerca, es su forma de avisarnos, y las aves llaman la atención de sus parejas en la época de celo con sus cantos. Son situaciones pasajeras, parte de sus ciclos vitales. Vivimos en el campo, no en la ciudad, esos son los sonidos que nos acompañan, seamos tolerantes y disfrutemos del lugar privilegiado donde vivimos.
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